Comparto por este medio el cuento que escribí en estos días como modo de elaborar y ayudar, cada uno en lo que pueda, con esta pandemia.
Espero que lo disfruten y lo compartan!
También serán bien recibidos sus comentarios!!!
Cuento
coronasivúrico
Allá muy
lejos, a la distancia, en un mundo lejano, y no se sabe muy bien cómo ni porqué
una coronita muy pequeña empezó a encontrarse entre los seres humanos.
Algunos
dicen que un buen día -bah, no tan buen día- un señor muy hambriento se sentó a comer una
serpiente. Tenía muuucha hambre, y se la comió así, sin más. En ese país mucha
gente las comía. Pero, cosa muy curiosa, adentro de esa serpiente había un
murcielaguito, que el señor no se comió, por más que en ese país era frecuente
que la gente los comiera. ¡Si, comían murciélagos! ¡Mira que hay bichos para
comer! Pero en ese país vivían millones de personas. Y comiendo un poco de todo,
todos podían comer algo. Pero la cosa era simple –o no tan simple, según como
se lo quiera ver- : esa serpiente se había comido a ese murciélago (porque así
funcionan las cosas en la naturaleza).
Y come
quetecome la serpiente … ¡gluc! ¡El señor… se comió una pequeña coronita que venía
adentro!
Otros
cuentan que a esa coronita la llevaron unos deportistas que fueron de otro
mundo a ese mismo mundo (al del señor que se comió la serpiente) y que se la
dejaron no sé si de regalo, o se les cayó del bolsillo o vaya a saber por qué
la coronita quedó de ese lado de ese mundo. Porque la verdad que esa coronita
no era ningún regalo.
No era de
esas coronas de rey, que antes tenían unos pocos señores. ¡Nada que ver! Esta pequeña
coronita (porque era tan pequeña que no se podía ver a simple vista. O sea, era
invisible a los ojos diría El Principito, que muy lejos estaba de ser un Rey,
para mí que era más pariente de estas coronitas que otra cosa.). Decía que esa
coronita tenía una doble misión: enfermarnos y curarnos. Si, así de raro es el
mundo. ¡Nada es solo de un modo u otro siempre, a veces las cosas vienen así de
contradictorias!
- Hay
Jezuz!, hubiera dicho mi abuela que era española, muy católica y decía la s
como zeta.
¿Curarnos?
¿De qué? Curarnos de que muchos tuvieran corona en el mundo, y enfermarnos con
una fiebre alta, tos.
¡y una cosa
muuuy curiosa! Nosotros, les niñes, que somos los que hacemos más fiebre
siempre entre los humanos, y los que más nos enfermamos –porque tenemos que
hacer defensas me explica mi mamá- íbamos a ser quienes menos fiebre tengamos. Íbamos
a ser quienes lleváramos coronas, pero no las sufrimos, por así decirlo. Esas coronitas a los niños no les hacen daño,
es como una gripe chiquita. Eso está bueno, porque a algunos chicos les gusta
disfrazarse de princesas o reyes. A otros no. No tienen porque querer ser esos
personajes; pueden también jugar con coronas por otras razones, pero a los que
les gusta…. ¡A jugar! Pero con la imaginación, porque si las coronitas se les
pegan en la cabeza pueden pasarse a las de un abuelo al que la coronita le de
fiebre.
Todo esto
es así de confuso, y cuesta mucho de entender, porque bueno, viste, el mundo
nos da sorpresas, sorpresas te da la vida. Y la verdad, es que por muchos
muchos días, los grandes y los chicos y chicas estuvimos todos muuuy confundidos,
sin entender xq después que hacía tanto que no había más que unos pocos reyes
en el mundo venía a querer jorobarnos ahora una pequeña coronita con ganas de
multiplicarse y hacernos a todos un poco reyes, un poco enfermos, un poco….. Bueno,
porque lo que no les conté aun es que, para que esa coronita no nos enferme a
todos, ¡tuvimos que quedarnos cada uno en sus casas! ¡Si! ¡Adentro!
¡Hasta tal
punto que los países más poderosos fueron los que más coronas tenían! ¡Muchas
coronas, y ningún rey!
No todas
las personas reaccionaron del mismo modo frente a estas coronitas que se iban
multiplicando, y saltaban muuuy fácilmente de persona en persona a otra. Porque
todo empezó en ese mundo, que era un mundo muy poderoso y muy lejano, de esos
que están taaan lejos que creés que pasó en otro planeta y que acá no va a
pasar. Pero en otros países también llegó, y los reyes de algunos de los más
poderosos no quisieron saber nada. ¡Porque creyeron que de tan poderosos que
eran nada les iba a pasar! Y también porque hay reyes a los que no les importa
su gente, solo les importa SU corona.
Acerquemos
el zoom, ¡veo muuy a lo lejos en el espacio!
¡Si, si,
ahí veo mejor!
¡Veo un rey
sin corona! ¡Con cara de trompo! ¡No la quiere! ¡Se aleja! ¡La rechaza!
¡Otro con
cara de bolsa, un poco más cerca!
¡No quieren
enterarse de que allí esta! Es lo que se llama un rey muy necio, ¡de los que no
quieren enterarse de las cosas!!! ¿Alguna vez les paso? A mí me ha pasado algunas
veces, pero si sos rey, y tenés que cuidar a tu pueblo de pequeñas coronitas
que andan por ahí queriendo entrar a tus ciudadanos… mmmm.
¡Me dijeron
que hay un reino que tiene un himno que habla de coronas! ¡Dice algo así como
“Coronados de gloria morir…y lo repiten! Pero ahí hay un rey que está mandando
a todos a sus casas, para que las coronitas no se suban a las cabezas de todos.
No sé, no sé… están todos diciendo demasiadas cosas…
Pero bueno,
volviendo a lo nuestro, he aquí que el mundo se transformó en una espacie de Reino
del Revés. Mucho más rápido de lo que les pueda contar, las coronitas llegaron
a mi país. Pero por suerte en este país son muchos los que nos cuidan, y no veo
reyes por ningún lado. Y curiosamente, casi todos dejamos de correr. Esa fue
una parte buena de la historia, porque por fin dejaron de tironearme de un lado
para el otro, que la escuela, que inglés, que el taller de
músicapinturateatronatacion… aunque los extraño un poco porque me gustaba
hacerlos. Pero bueno, empezamos a ver cómo nos la arreglábamos adentro de casa,
con suerte, los que podíamos, nos íbamos al patio, al jardín o a la terraza. Irina, mi prima, se puso a jugar con sus
playmóviles (ella los llama “vidas”) que estaban en una ciudad en la que todo
el mundo estaba adentro porque llovía. Sofía, mi primasegunda subió a su terraza y se
puso a preparar brebajes con sus plantas porque esas coronitas no parecían nada
nada buenas. ¡Si no nos dejaban salir a la calle para que no nos saltaran
encima por algo seria! Pero al mismo tiempo nos decían que los niños podíamos
usar la coronita sin riesgo, pero que no podíamos salir igual… en fin ¡qué
difícil que es entender todo estoooooooo!!!
Los
científicos del mundo empezaron a pensar cómo hacer una vacuna contar esta
coronita, de que coronita no tenía mucho, ¡porque sumada era una verdadera
CORONAZA! Una coronaa muy CORONUDA!
Esa
coronaza también había hecho que algunas personas murieran. Y todo eso que
estaba en ese mundo tan lejano empezó a pasar por aquí. Y no es lo mismo ver
las cosas de cerca que de lejos, se los aseguro. Pero bueno, nosotros podemos
usar coronitas sin riesgo, pero no tenemos que usarlas, porque las personas muy
mayores (como mis abuelos) pueden enfermar. O sea que, ahora nosotros tenemos
que cuidarnos para cuidar a nuestros abuelos. ¡Esto es el reino del revés! Pero
bueno, no es taaan así, porque a nosotros nos cuidan los grandes para que,
estando cuidados, cuidemos todos juntos a los abuelos.
Y así, sin
quererlo, descubrimos algo hermoso: entre todos se puede hacer una gran corona,
o varias grandes coronas, sogas, de las que nos unen para encontrarnos y
cuidarnos. Y que esas coronitas nos invitan a jugar a que hacemos una gran
ronda y cuando podamos agarrarnos todos juntos las manos vamos a bailar de la
felicidad por estar juntos de nuevo. Y
que a todos nos puede pasar eso que nadie imagino nunca: que se nos venga a
posar una coronita que nos venga a complicar las vidas, una coronita que hasta
puede sacarle la vida a los que usan la corona de verdad y que para esa
coronita todos somos más o menos iguales, y que no todos sabemos o nos
enseñaron a cuidarnos y... ¿qué más habremos aprendido?
La verdad
es que el final de este cuento yo no lo sé, porque miro y miro y aún no sabemos
cómo va a seguir … creo que lo que les cuento está pasando ahora mismo, y es un
cuento raro, porque si está pasando aun no puede ser cuento… pero podemos
imaginar cómo sigue, como queremos que siga. ¿Me ayudas?